El comer emocionalmente es una forma de reprimir aquellas emociones negativas, tales como el miedo, el estrés, la soledad y hasta el aburrimiento.
Por: Magy Zonana
A veces, los antojos de comida llegan cuando te sientes en un punto débil a nivel emocional. Tal vez recurres a la comida de manera consciente o inconsciente cuando te enfrentas a un problema, cuando estás estresado o simplemente aburrido.
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Esto te va a llevar a arruinar todos tus esfuerzos por perder peso, ya que por lo general la comida que elegimos para reconfortarnos no es la más sana, por el contrario, tiene muchas calorías. Por ejemplo, el pastel, el helado o las papas fritas.

Recuerda que hay una diferencia entre el hambre física y el hambre emocional. ¡Aprende a diferenciarlas! (Foto: Shutterstuck)
El comer emocionalmente es una forma de reprimir las emociones negativas como el miedo, el estrés, la soledad y hasta el aburrimiento. Así que si tienes problemas con tu pareja pareja, en el trabajo o financieros, tu reacción es comer lo primero que se te atraviese para sentirte mejor.
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La comida también es una distracción
Es más fácil enfocarse en el placer que brinda la comida, que pensar en lo que te preocupa y enfrentarlo, ya que muchas veces éste proceso puede ser doloroso..

Cuando comemos por impulso o con las emociones, no elegimos los mejores alimentos. Por el contrario, ingerimos aquellos con más calorías. (Foto: Shutterstock)
Se trata de un círculo vicioso, porque el placer de la comida es temporal. Cuando éste acaba, lo que te angustia o preocupa regresa a tu mente, y ésta vez cargado de culpa por haber comido demasiado, vuelves a sentirte mal contigo mismo. Y de nuevo, vuelves a comer.
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Pero no te preocupes, tiene una solución.
Antes que nada aprende a identificar cuáles son las emociones que te llevan a comer sin hambre.
- Controla tu estrés.
Si te das cuenta qué es lo que te lleva a comer demasiado, !haz algo que te calme! Hay muchas técnicas para controlar el estrés como las respiraciones profundas, meditación o clases de yoga.
- Haz consciente tu hambre.
El hambre física no llega de repente; además no te lleva a comer impulsivamente. Cuando el hambre es emocional los antojos por lo general son de comida muy dulce o grasosa.
- No te aburras.
Cuando no tengas nada qué hacer, en lugar de ir a abrir el refri busca una distracción. Lee un libro, sal a caminar o a pasear al perro.
- Habla.
En vez de comerte tus emociones y recurrir a un bote de helado, recurre a un amigo o familiar. Te ayudará a sentirte mejor.
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El cambio no va a ser inmediato, pero lo más importante es que lo intentes.
Si tienes un episodio de comer sin parar porque tuviste un mal día o simplemente porque no tenías nada qué hacer el domingo por la tarde, no te recrimines. Enfócate en los cambios positivos que lograste y recuerda que puedes empezar de nuevo mañana.