Terrazas en donde se agradece estirar las piernas sin pegarle a la silla de la mesa vecina.
Hay tres reglas de oro para una terraza: aire fresco, buena vista, gran ambiente. Hay tres requisitos para el gran ambiente: buena comida, buenos tragos y buena conversación. Para la conversación si bien no hay reglas sí elementos que cuando no existen generan caos. En esta ciudad cada vez más grande y más llena de todo y todos hay pocos lugares para disfrutar el deleite del espacio libre. Nadie va a argumentar que al bosque de Chapultepec le falten hectáreas, pero a muchos restaurantes les faltan metros cuadrados. Lo chiquito es encantador, pero los que nos sumergimos a diario en la multitud agradecemos de vez en cuando estirar las piernas sin pegarle a la silla de la mesa vecina, pasar horas en la sobremesa sin culpa y conversar sin escuchar la plática de al lado.
Terraza Cha Cha Chá
Se trata de un pedazo escondido en el sexto piso de un edificio art decó en la Tabacalera, que ya de por sí es un respiro de callecitas que amalgaman lo grandioso y lo sencillo. Con vista principal al Monumento a la Revolución esta terraza se construyó pensando en resaltar la vista y la amplitud, así que en lugar de añadir muros la rodearon de ventanales que permanecen abiertos y permiten ver, desde cualquier mesa, un fragmento de ciudad. Abrieron en mayo con un menú tan sencillo como bien pensado, tan corto como sustancioso.
El menú tiene muchos guiños a las botanas de la calle, como el chicharrón “del parque”, que en lugar de tener cueritos tiene atún, o los tacos de suadero de pato, preparados en su grasa como los de cualquier changarro laminero; el marlín para las empanadas se prepara como machaca norteña y los fines de semana tienen una espléndida barra fría con almejas chocolata, ostiones rasurados o a la parrilla y camarones para pelar. Un botanero tropical se anuncia en el letrero de su entrada y los platillos son la mezcla ideal de comida de casa y botana de calle, hasta llegar a los postres.
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Barrio Alameda
Un domingo en la azotea de Barrio Alameda el sol pega desde arriba, y la vista es hacia copas de jacarandas y árboles que no cruzan los rayos del sol. La vista es hacia la Torre Latino y otros edificios nuevos y viejos de la avenida Juárez, un par de fuentes verdosas y las nucas de quienes hormiguean pequeñitos trazos de la Alameda. Un domingo a mediodía al mes, Barrio Alameda organiza un brunch en su azotea, totalmente al aire libre, con música disco, buena comida y barra libre de mimosas pon un cover bastante justo.
La Azotea del Barrio Alameda –y el Barrio Alameda en sí, con sus tiendas y restaurantes– lleva casi 4 años de ser un punto de reunión o una parada que se antoja un día de paseo en el centro (por ejemplo, para tomar un helado). Este edificio art decó no sólo tiene una ubicación y vista privilegiada, sino una oferta accesible y variada, que demuestra que las cosas pueden ser bien hechas, accesibles y sin demasiado adorno.