Música en la oficina, ¿Sí o no?

Música | 2 septiembre, 2019     Por: Impacto21

¿Se puede uno concentrar con la música de J Balvin o de Pablo Alborán sonando en sus oídos? ¿Las composiciones de Mozart nos hacen más listos?

Si trabajas delante de una computadora es muy probable que, en un momento u otro del día, lleves audífonos puestos. Seamos sinceros: todos necesitamos aislarlos del mundanal ruido y de las conversaciones entre nuestros compañeros de trabajo. Pero, ¿es positivo escuchar música en el trabajo? Y, si es así, ¿cuál es la que más aumenta la productividad? La cuestión desgranada punto a punto.

¿Conviene escuchar música?

La música estimula el cerebro. Lo dicen los publicistas de la colección Baby Einstein y lo confirman los estudios académicos. Ahora bien, ¿es este estímulo positivo? Todo depende de cuál sea tu tarea.

Si es mecánica no te irá mal un poco de ritmillo. Por el contrario, si tu trabajo es intelectual, es bastante probable que solo consiga distraerte. Resumiendo: la música amansa fieras y mejora tu humor, pero distrae de los quehaceres, así que hay que elegir el repertorio con sumo cuidado para equilibrar nuestro karma.

Conviene escuchar música de melodías repetitivas. Estos ritmos hacen que se genere más dopamina, un neurotransmisor que produce tu cerebro y que da placer.

¿Estamos escuchando la música adecuada?

Como regla general, nada de canciones con letra. El oído, como bien sabían Beethoven o Goya, es un órgano un poco tonto. Cada vez que escucha algo tiene que conectarse al cerebro que, automáticamente, intenta descifrar qué palabras se esconden tras esos sonidos guturales. Si no te va la música clásica o el hip hop abstracto, siempre puedes probar con lenguajes inventados, como el hopelandic de Sigur Rós o hasta Shakira.

¿Hay música que aumente la productividad?

El mayor masaje para el cerebro ocupado son las canciones con patrones repetitivos (no estamos hablando del Bailando de Enrique Iglesias o el Mamarre de Guynaa
que tienen, ejem, letra). El efecto de los ritmos repetitivos se multiplica cuando conoces las canciones que vienen a continuación, momento en el que tu cerebro produce el neurotransmisor llamado dopamina que da mucho placer. ¿Un ejemplo clásico? El aburridísimo (por repetido) pero igualmente maravilloso, Requiem for a Dream de Kronos Quartet. ¿Un ejemplo precioso? El concierto para violín de Britten.


En definitiva, la música ayuda a transformar emociones, a sentirnos más eficaces e incluso, más relajados. Hay géneros que ayudan más que otros, pero como a todo el mundo no le gusta lo mismo, lo mejor es elaborar una lista de música personalizada para las tareas que tengas que hacer o para escuchar dependiendo de tu estado de ánimo. Hazte con unos buenos audífonos y, si puedes, deja que tu cerebro baile con la melodía mientras tú te centras en lo que quieres sacar adelante. Y, por cierto, si ves al de en frente bailar, no juzgues. Quizá es lo que necesitan sus neuronas para ser más eficaz.

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