Tatuajes. La sensación de dolor, el apego a lo que simboliza la imagen que se tatúa o la pura rebeldía, pueden ser factores que definan si se trata o no de una adicción.
¿Con cuántos tatuajes podría decirse que alguien sufre de una adicción? Eso depende de todo lo que se genera a partir del primero de ellos, o al menos eso señalan los especialistas que por años han estudiado esta práctica.
En un estudio, Graciela Amador, psicóloga de la Universidad Católica de Colombia, afirma que los tatuajes pueden llegar a ser una adicción ya que “la adicción se entiende como un acto compulsivo, repetitivo, por traer una gratificación temporal y que a largo plazo se incrementa”.
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No sólo por la sensación al ser tatuado —un dolor que resulta gratificante para algunos—, sino por cómo se ve el cuerpo y ese gusto que uno empieza a adquirir cada vez que se ve el cuerpo tatuado.
Sin embargo, Viren Swami, psicóloga de la Universidad de Westminster, en Londres, asegura que las personas con más de un tatuaje tardan entre 2 y 7 años para hacerse el segundo, y que no suelen tomar decisiones apuradas porque ya saben lo que significa tenerlo.
Para muchos “es un proceso que encuentra gratificante“, refirió Stuart Ross de la Universidad de Newman, en Inglaterra, tras los estudios que ha hecho de las personas con un gran porcentaje de su cuerpo tatuado, encontrando siempre la misma respuesta.
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Arte, adicción o moda, el tatuarse requiere de un importante esfuerzo económico, valentía y buena decisión, pues una imagen mal realizada vivirá en ti por el resto de tus días.