Regalar rosas, comer chocolates es aburrido y trillado, pero odiar San Valentín puede ser igual de ridículo.
Los clichés del día de San Valentín son de lo más cursis que hay. Regalar rosas, comer chocolates y salir a cenar a un lugar “romántico” es por demás aburrido y trillado. Sin embargo, odiar el día del amor puede ser igual de ridículo. Si tienes pareja y quieres hacer algo este día o este fin de semana, no tiene porqué ser terrible. Aquí algunas propuestas que te animarán.
1. Subir una montaña en pareja
Pocas cosas resultan tan gratificantes que, tras un par de horas de esfuerzo, sudor y emociones, coronar la cima de una montaña… aunque sea pequeña. Y esa misma experiencia puede resultar doblemente enriquecedora si la practicas con tu pareja.
No tienen que ser montañistas con experiencia ni tener buena condición física o equipo especial: lo importante es hacer equipo y darse la oportunidad de enfocarse, no el uno en el otro, ni en sus problemas, ni en los celos, ni en el dinero… sino en no tropezar y romperse un hueso —o, al menos, rasparse una rodilla.
Si no tienen mucha experiencia, elijan una montaña en la que se pueda practicar el senderismo y sea relativamente fácil de subir. Si uno de ustedes, o los dos, tiene más experiencia, la posibilidad de cooperar, comunicarse, coordinarse, ayudarse y, literalmente, darse la mano, hará que su relación salga fortalecida. ¡Anímense!
2. Visten un museo
¿Un museo, en serio? Pues sí: los pasillos, las obras y la calma de un museo puede convertirse, si así se lo proponen, en un escenario perfecto para el amor.
Una buena opción es hacer algo similar a lo que hacían Oliverio y La Maga en Rayuela, la novela de Julio Cortázar: citarse vagamente en el museo a una hora no muy definida, empezar a recorrer el museo, buscándose y no, y dejar que el azar los haga toparse el uno con el otro. También pueden elegir una exposición juntos y recordar la emoción de las primeras citas.
No se trata de dárselas de culto o de atiborrar a tu pareja con preguntas o con frases sabihondas: más bien, permitan que la belleza de las pinturas o esculturas los exalten y los ponga sensibles… ya el resto dependerá de ustedes.
3. Agarrar una borrachera juntos
¿Estás hartx de que él se vaya de fiesta con sus amigos? O tú, ¿acostumbras ir a tomar unos drinks con tus amigas… y nunca lo invitas? Pues bien: aquí tienen una oportunidad de probar algo distinto, juntos, que podría ser muy divertido.
A menudo la gente asocia una borrachera con la pérdida de control y con una serie de conductas de las que muchos se arrepienten al día siguiente. Pero no necesariamente debe ser así: una parranda puede ser, también, muy divertida. O, incluso, un acto de seducción.
El secreto es ir lentamente: nada de ‘shots’, ni de ‘fondos’, ni de prisas por emborracharla… o mucho menos de estar contándole cuántas se ha bebido. Relájense, disfruten la bebida, conversen y dejen que el alcohol —que es un desinhibidor comprobado— vaya haciendo lo suyo. Subidos los ánimos, ya decidirán a dónde irán a seguirla…
4. Practiquen un deporte extremo
Si lo suyo es la acción y la adrenalina, están en buenas condiciones físicas y no les da miedo nada, un deporte extremo será un excelente plan no cursi para este 14 de febrero.
Las opciones son muchas: saltar juntos en bungee, subirse a un ala delta, lanzarse en paracaídas, andar juntos en bicicleta en un camino escarpado o incluso hacer algún deporte acuático: lo importante es compartir la aventura con tu compañero(a) de la aventura de la vida.
Sólo recuerden seguir todas las medidas de seguridad y no presionar en exceso a tu pareja si siente temor: si bien un poco de confianza ayuda a atreverse, nadie quiere que la celebración se convierta en un accidente… o en tragedia.
5. Ver películas de horror juntos
Si ya alucinan ‘El diario de una pasión’, sienten que se les sube la glucosa con ‘Historia de amor’ o se duermen con la somnífera versión de ‘Romeo y Julieta’ de Zeffirelli, es hora de intentar un cambio en la programación.
Hay quienes sostienen que la emoción que trae una película de terror brinda la oportunidad de que ella le pida a él que la abrace, y que él aproveche la oportunidad para brindar apoyo y ponerse ‘apapachón’. Aunque, siendo honestos, a veces son ellos los que más miedo sienten durante las películas, aunque lo nieguen.
Pero no se trata de los colmillos de Drácula, o de la sangre, de los demonios o los espantos: la idea es destinar un momento y un rincón —oscuro, si es posible— para pasar juntos por un momento terrorífico. En serio: lo disfrutarán.